21 junio 2007

ArgenpressInfo. Ciudades con rasgos masculinos


¿Cuántas veces alguna de nosotras tuvo miedo de volver tarde de la Facultad a casa o dejó de ir a una reunión social porque había que tomarse dos micros y un tren para llegar a destino? ¿Cuántas veces esa fue la excusa perfecta para que padres o abuelas te desanimaran a salir? ¿Cuántas veces dejamos de disfrutar de una tarde soleada con amigos porque llegar con los chicos, el cochecito y el equipo de mate se vuelve casi una carrera de obstáculos en la ciudad?
Si se contara con un diseño urbanístico de la Ciudad pensado para las mujeres, los niños y la integración de las diferencias, la cosa sería distinta.Precisamente, una investigación realizada por la Asociación de Mujeres Arquitectas e Ingenieras (AMAI), titulada 'Una mirada de género sobre el Plan Urbano Ambiental', demostraba que incluir la perspectiva de género en el diseño urbano ambiental está muy lejos de poder concretarse, o al menos en la práctica porque significa incorporar cambios que se adecuen a la relación de la mujer con el mundo del trabajo y el fuerte impacto en el uso cotidiano de la ciudad y los múltiples desplazamientos que realiza por la urbe.
Al mismo tiempo, señalaba 'el elevado interés de las mujeres por mejorar el desarrollo y ordenamiento territorial, empezando por el propio barrio. Desde reforzar la democracia local hasta optimizar la infraestructura (transporte, iluminación, limpieza, espacios verdes, baños) y la seguridad.
Actualmente hay diversos organismos nacionales y regionales que analizan y piensan el urbanismo desde la integración de las diferencias, con la incorporación de las necesidades específicas de cada una de las fuerzas productivas de una sociedad, y que plantea la igualdad de trato entre varones y mujeres.
Uno de los ejemplos es AMAI, organización dedicada a desarrollar acciones para potenciar las posibilidades de las mujeres arquitectas e ingenieras en los ámbitos público y privado y propender al mejoramiento de la calidad de vida, señalando los peligros de la degradación del entorno, promoviendo planes de desarrollo urbano sustentable con perspectiva de género.
La ONG participa, junto con otras 180 ONG, del Plan Estratégico de la Ciudad Buenos Aires 2010, mecanismo de participación ciudadana en el que todos aquellos que forman parte de la sociedad civil puedan formular recomendaciones para el futuro de la Ciudad.
'La mujer es la más interesada por mejorar el desarrollo urbano, el ordenamiento territorial y el medio ambiente. Una mayor participación de las mujeres tiene efectos muy positivos en el sentido de reforzar la democracia local y la ciudadanía responsable, ampliar los temas de reflexión que plantean el ambiente y el urbanismo y mejorar el uso de los recursos locales. Es imperativo no dilapidar el 50% de los recursos de talento, capacidad y gestión del que disponen las mujeres' manifestó Martha Alonso Vidal, presidenta de AMAI, y agregó 'el ámbito espacial urbano sirve de reflejo a las relaciones de poder existentes desde la cultura y la jerarquía social masculina. En este sentido, Buenos Aires se ha hecho sin las mujeres y todavía evoluciona prácticamente sin ellas'.
'La mujer como ciudadana sufre varias discriminaciones: no participa en el desarrollo de los grandes proyectos urbano-ambientales; soporta una mayor exclusión en oferta de empleo; constituye el sector de población relativamente más pobre y sufre los peores efectos del mal funcionamiento ambiental así como dificultades de acceso a vivienda y créditos. Por eso creemos que garantizar que las mujeres puedan ser ciudadanas activas, participar de la toma de decisiones, acceder a los cargos fundamentales de todos los poderes del gobierno, incidir en las formulaciones de los planes estratégicos y urbanos; participar en los órganos de representación de manera equilibrada con los hombres, no es un problema sólo de mujeres, es un problema de toda la sociedad y sobre todo una cuestión de respeto a los derechos humanos' sentenció Alonso Vidal.
El contexto actual de América Latina ofrece ciudades desiguales, fracturadas, violentas, en las que se han levantado muros (reales o imaginarios) que limitan las posibilidades de encuentro entre pares, obstaculizando la práctica de una ciudadanía activa, la cual es condición imprescindible de la democracia. Este es el diagnóstico del que parten el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) para desarrollar en la región el Programa 'Ciudades Seguras: Violencia contra las mujeres y Políticas Públicas'. Dicho programa tiene por objetivo principal fortalecer el ejercicio de los derechos ciudadanos de las mujeres en América Latina, reduciendo la violencia pública y privada que se ejerce contra ellas en las ciudades y será desarrollada en Argentina por CISCSA (Centro de Intercambio y Servicios Cono Sur Argentina) con sede en Rosario.
Una de las preguntas que se plantean desde este Programa es ¿cómo resguardar, y no destruir por la violencia y el temor, los lugares colectivos de encuentro? Y una de las estrategias que se proponen tiene relación con 'incorporar las demandas por más inclusión y equidad, más convivencia social, menos temor e inseguridad'.
CICSA midió la percepción que tiene la población de Rosario respecto de la seguridad/inseguridad urbana: el 84,1 por ciento de la población rosarina manifestaba sentirse insegura, especialmente en las calles del barrio y en horarios nocturnos. Si resaltamos las mujeres, son las que modifican en mayor medida que los varones, sus rutinas diarias por razones de inseguridad: el 73,4 por ciento de las mujeres frente a 59,2 de los varones.
En otras palabras, el impacto de la inseguridad afecta más claramente la vida cotidiana de las mujeres, quienes adoptan medidas de precaución y evitamiento con el menor uso del espacio público.
'Las mujeres denuncian mayor cantidad de agresiones'Si entendemos que la violencia urbana comprende las violencias que transcurren en los ámbitos privados como las que ocurren en el espacio público, la ciudad es uno de los lugares donde la violencia se expresa cotidianamente.
En este sentido, es difícil relevar datos estadísticos fiables sobre violencia urbana hacia las mujeres por no haber datos desagregados por sexo, o sistematizados por el lugar, esto se agrava por la escasa denuncia que las personas hacen de los actos de violencia de las que son víctima, o porque muchas veces aparece una sanción negativa social e institucional que recae sobre ellas, y son doblemente victimizadas. Sin embargo, las cifras de victimización dan cuenta que las mujeres denuncian mayor cantidad de agresiones en los espacios privados en las ciudades.
La violencia urbana se manifiesta de distintas formas, pero tienen en común el hecho de que los agresores son en la mayoría de los casos varones, ya sea que la vivida en el espacio privado (por individuos pertenecientes al círculo familiar cercano) o la violencia en el espacio público (ejercida por desconocidos). Los relatos de las mujeres hacen referencia a los delitos considerados comúnmente como tales (robos, asesinatos, arrebatos) que adquieren ciertas especificidades cuando la destinataria es una mujer: mayor violencia física o verbal, posibilidad de abuso sexual o violación; o a las conductas agresivas de los varones en el espacio público (insinuaciones sexuales, ser miradas como objeto sexual, chistes y burlas, conductas invasivas de su espacio corporal, por ejemplo en el transporte público).
Algunos datos importantes a tener en cuenta
- El derecho a la ciudad que ejercen las mujeres se ve obstaculizado por la sensación de inseguridad y el temor a ser agredidas, lo que impacta en su vida cotidiana, limitando su movilidad y autonomía para el uso y apropiación de la ciudad, particularmente en determinados horarios y lugares considerados o vivenciados peligrosos.
- La peligrosidad de estos lugares se vincula a: las características físicas de los mismos (vacíos urbanos sin mantenimiento, iluminación insuficiente, zonas deterioradas y sin control social, por mencionar algunos) la dinámica social que transcurre y se expresa en estos espacios, tales como la apropiación por parte de grupos de varones con conductas agresivas, drogadicción, etc.
- La percepción de inseguridad y los lugares asociados a la misma se vincula también a la existencia o no de redes sociales de protección entre vecinos/as y o distintos grupos sociales y su mayor o menor identificación con el lugar en que viven (peatonales y zona céntrica, la terminal de ómnibus y sus alrededores, algunos cruces de calle y en semáforos, algunas plazas, parques, zonas de playa, puentes y accesos a barrios pobres, entornos de vías de ferrocarril, ingresos y pasadizos estrechos, sin iluminación, en asentamiento irregulares, zona portuaria, barrios residenciales cercanos a barrios pobres, etc)
La discusión del plan urbano ambiental porteño
El Plan Urbano Ambiental es un instrumento técnico político de gobierno, inicialmente definido desde sus dimensiones urbanas y ambientales como 'un proceso participativo, que integra la transformación urbanística, el crecimiento económico, la equidad social, la preservación de la diversidad cultural y el uso racional de los recursos ambientales, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población y minimizar la degradación o destrucción de su propia base ecológica de producción y habitabilidad, sin poner en riesgo la satisfacción de las futuras generaciones'.
Luego de las idas y vueltas que duraron más de 10 años entre el Ejecutivo y la Legislatura porteña, el 19 de mayo de 2004 se elevó el último proyecto de Ley para el tratamiento del Plan Urbano Ambiental. Mientras se aguarda su tratamiento, la Ciudad sigue sin definir una planificación pensada para el acceso igualitario de hombres y mujeres a los espacios públicos y privados, quizás porque un plan urbano implica la definición de un proyecto de ciudad.

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