Fronteras intermitentes. El Pais 20.02.2007
Expertos de distintas disciplinas analizan hoy en el CCCB el crecimiento disperso del Área Metropolitana de Barcelona
ISRAEL PUNZANO - Barcelona - 20/02/2007
Jordi Todó está acostumbrado a ver Barcelona desde el cielo. En 1988 empezó a trabajar como fotógrafo aéreo y en sus años de experiencia ha sido testigo aventajado del crecimiento de la capital catalana a golpe de cemento. Esta expansión, explica, se ha llevado por delante kilómetros y kilómetros de enclaves naturales y pasillos ecológicos, cuyo espacio ha sido ocupado por urbanizaciones de casas adosadas y unifamiliares, en muchos casos, con piscina incluida. "Sólo se observan algunos espacios verdes en el Vallès", explica Todó. Según datos del Observatorio de la Urbanización de la Universidad Autónoma de Barcelona, que dirige el geógrafo Francesc Muñoz, entre 1985 y 2005 se construyó una casa unifamiliar cada hora en la provincia barcelonesa, lo que supone el 31,9% del total de las viviendas construidas en este periodo, que fueron 542.796.
Entre 1985 y 2005 se construyó una casa unifamiliar cada hora en Barcelona, el 31,9% del total de las 542.796 viviendas levantadas en estos 20 años
Las carencias, fruto del aislamiento de las urbanizaciones dispersas, se traducen en lagunas de seguridad o falta de servicios básicos
Las fronteras que abrazan el Área Metropolitana de Barcelona, que coinciden con los límites de las siete comarcas que la configuran, comienzan a ser cosa del pasado. La ciudad y sus aledaños se extienden hacia el Baix Penedès, Selva y Osona, entre otros lugares. Esta dispersión, estudiada ampliamente por expertos de distintas disciplinas, será el motivo del debate Las nuevas murallas de Barcelona que se celebra hoy a lo largo de todo el día, con entrada libre, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (Montalegre, 5. www.cccb.org).
Un hombre de la Edad Media o de principios del siglo XIX identificaba perfectamente las lindes de su ciudad porque estaba rodeada por una muralla. Con su derrocamiento, se inicia una colonización de terreno que en el caso barcelonés no tiene freno. El ciudadano es incapaz de saber dónde empieza y acaba la urbe. Muñoz sostiene que en la ciudad hay muchas murallas en vez de una continua. A su juicio, por citar un ejemplo, un peaje se podría considerar un trozo de esa muralla intermitente -endeble para el imaginario colectivo- que refleja un nuevo estilo de vida.
"La expansión del área metropolitana ha generado sus propias dinámicas sociales. Hay gente que duerme en un municipio, trabaja en otro y se va a divertir a otro. A la que se sale con el coche del centro histórico todo es igual. Una hilera de casas adosadas, una rotonda y un centro comercial; otra hilera de casas, otra rotonda y otro centro comercial...", explica Muñoz, que recuerda que este paisaje urbanístico, típicamente anglosajón, disuelve las identidades locales, aunque en ocasiones surjan nuevos fenómenos identitarios como el actual auge del hip-hop entre los jóvenes de la periferia. Las urbanizaciones eran otrora el emplazamiento de la segunda residencia, pero hoy no; una evolución que causa ciertos desajustes y desigualdades. "A pesar de la existencia de equipamientos sociales y sanitarios distribuidos por el territorio, la mayor dependencia respecto a Barcelona en cuanto actividades de ocio, culturales y de determinados servicios; unida a la inexistencia de transporte colectivo en las áreas más periféricas, aumenta el grado de aislamiento de éstas últimas", afirma la arquitecta Silvia Banchini. Las carencias fruto de este aislamiento, consecuencia también de un crecimiento poco planeado, se traducen en lagunas de seguridad, algo que se ha hecho evidente estas últimas semanas, o falta de servicios básicos. Sin olvidar el impacto medioambiental y energético de este difuso modelo urbanístico: el agua escasea para tanta piscina y campo de golf. "Las urbanizaciones ocupan el espacio de un pueblo entero, pero sin apenas habitantes", constata Todó.
El fenómeno alcanza a la estética. Octavi Rofes, especializado en antropología e historia del arte, recuerda que el crecimiento urbanístico de Barcelona en los ochenta se acompañó de una iniciativa para ubicar esculturas de artistas prestigiosos en la periferia, un empuje que ha ido perdiendo coherencia y se ha sustituido, dice, por el pseudoarte puramente decorativo que engalana tantas rotondas y zonas residenciales: "En una urbanización cercana a Valls hay una escultura de Mazinger Z de dos metros de altura", indica.
¿Soluciones? Joan Roca, geógrafo y urbanista, considera urgente la unificación municipal del gran "corazón metropolitano de Barcelona", dejando de lado su periferia más difusa, a través de un organismo político como la extinta Corporación Metropolitana "que funcionó entre 1976 y 1985, año en que fue disuelta por Jordi Pujol". Su influencia podría, además, poner fin al escaso poder de administraciones locales débiles que en muchos casos acatan sin más las imposiciones de las empresas constructoras, que no sólo alzan casas, sino que también promueven hábitos pautados que parecen pensados para autómatas.
ISRAEL PUNZANO - Barcelona - 20/02/2007
Jordi Todó está acostumbrado a ver Barcelona desde el cielo. En 1988 empezó a trabajar como fotógrafo aéreo y en sus años de experiencia ha sido testigo aventajado del crecimiento de la capital catalana a golpe de cemento. Esta expansión, explica, se ha llevado por delante kilómetros y kilómetros de enclaves naturales y pasillos ecológicos, cuyo espacio ha sido ocupado por urbanizaciones de casas adosadas y unifamiliares, en muchos casos, con piscina incluida. "Sólo se observan algunos espacios verdes en el Vallès", explica Todó. Según datos del Observatorio de la Urbanización de la Universidad Autónoma de Barcelona, que dirige el geógrafo Francesc Muñoz, entre 1985 y 2005 se construyó una casa unifamiliar cada hora en la provincia barcelonesa, lo que supone el 31,9% del total de las viviendas construidas en este periodo, que fueron 542.796.
Entre 1985 y 2005 se construyó una casa unifamiliar cada hora en Barcelona, el 31,9% del total de las 542.796 viviendas levantadas en estos 20 años
Las carencias, fruto del aislamiento de las urbanizaciones dispersas, se traducen en lagunas de seguridad o falta de servicios básicos
Las fronteras que abrazan el Área Metropolitana de Barcelona, que coinciden con los límites de las siete comarcas que la configuran, comienzan a ser cosa del pasado. La ciudad y sus aledaños se extienden hacia el Baix Penedès, Selva y Osona, entre otros lugares. Esta dispersión, estudiada ampliamente por expertos de distintas disciplinas, será el motivo del debate Las nuevas murallas de Barcelona que se celebra hoy a lo largo de todo el día, con entrada libre, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (Montalegre, 5. www.cccb.org).
Un hombre de la Edad Media o de principios del siglo XIX identificaba perfectamente las lindes de su ciudad porque estaba rodeada por una muralla. Con su derrocamiento, se inicia una colonización de terreno que en el caso barcelonés no tiene freno. El ciudadano es incapaz de saber dónde empieza y acaba la urbe. Muñoz sostiene que en la ciudad hay muchas murallas en vez de una continua. A su juicio, por citar un ejemplo, un peaje se podría considerar un trozo de esa muralla intermitente -endeble para el imaginario colectivo- que refleja un nuevo estilo de vida.
"La expansión del área metropolitana ha generado sus propias dinámicas sociales. Hay gente que duerme en un municipio, trabaja en otro y se va a divertir a otro. A la que se sale con el coche del centro histórico todo es igual. Una hilera de casas adosadas, una rotonda y un centro comercial; otra hilera de casas, otra rotonda y otro centro comercial...", explica Muñoz, que recuerda que este paisaje urbanístico, típicamente anglosajón, disuelve las identidades locales, aunque en ocasiones surjan nuevos fenómenos identitarios como el actual auge del hip-hop entre los jóvenes de la periferia. Las urbanizaciones eran otrora el emplazamiento de la segunda residencia, pero hoy no; una evolución que causa ciertos desajustes y desigualdades. "A pesar de la existencia de equipamientos sociales y sanitarios distribuidos por el territorio, la mayor dependencia respecto a Barcelona en cuanto actividades de ocio, culturales y de determinados servicios; unida a la inexistencia de transporte colectivo en las áreas más periféricas, aumenta el grado de aislamiento de éstas últimas", afirma la arquitecta Silvia Banchini. Las carencias fruto de este aislamiento, consecuencia también de un crecimiento poco planeado, se traducen en lagunas de seguridad, algo que se ha hecho evidente estas últimas semanas, o falta de servicios básicos. Sin olvidar el impacto medioambiental y energético de este difuso modelo urbanístico: el agua escasea para tanta piscina y campo de golf. "Las urbanizaciones ocupan el espacio de un pueblo entero, pero sin apenas habitantes", constata Todó.
El fenómeno alcanza a la estética. Octavi Rofes, especializado en antropología e historia del arte, recuerda que el crecimiento urbanístico de Barcelona en los ochenta se acompañó de una iniciativa para ubicar esculturas de artistas prestigiosos en la periferia, un empuje que ha ido perdiendo coherencia y se ha sustituido, dice, por el pseudoarte puramente decorativo que engalana tantas rotondas y zonas residenciales: "En una urbanización cercana a Valls hay una escultura de Mazinger Z de dos metros de altura", indica.
¿Soluciones? Joan Roca, geógrafo y urbanista, considera urgente la unificación municipal del gran "corazón metropolitano de Barcelona", dejando de lado su periferia más difusa, a través de un organismo político como la extinta Corporación Metropolitana "que funcionó entre 1976 y 1985, año en que fue disuelta por Jordi Pujol". Su influencia podría, además, poner fin al escaso poder de administraciones locales débiles que en muchos casos acatan sin más las imposiciones de las empresas constructoras, que no sólo alzan casas, sino que también promueven hábitos pautados que parecen pensados para autómatas.
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